En plena polémica por la ley del aborto, en la que se considera la gestación subrogada como «violencia reproductiva» contra las mujeres, dos gestantes de familias de Bizkaia alzan su voz
«Con la boca abierta, en shock«. Así se quedó Micaela Everett-Pinto, la enfermera peruana que el año pasado dio a luz en Canadá al hijo de la bilbaina Kristina Carmona, cuando se enteró de que el anteproyecto de la ley del aborto, aprobado el pasado martes por el Consejo de Ministros, considera la gestación subrogada como «violencia reproductiva» contra las mujeres. «No estamos siendo abusadas. Es una elección nuestra. Nadie nos obliga. Gestar al hijo de otra mujer no es violencia contra mí, es un acto de amor», defiende, sorprendida porque «España, un país europeo avanzado», tenga «reglas tan restringidas». «Es injusto que una mujer no pueda hacer lo que desee con su cuerpo. Ayudar a una persona desconocida es hermoso», subraya.
En plena polémica por el intento, finalmente fallido, del Ministerio de Igualdad de perseguir penalmente a quienes recurran a la gestación subrogada en el extranjero, Micaela, que a sus 36 años ha cuidado en su vientre a dos bebés ajenos, alza su voz. «Todos tenemos derecho a formar nuestra familia como queramos. Ningún ser humano debe ser perseguido por esta decisión», censura y recalca que con esta técnica de reproducción asistida no se ejerce «una violencia en su cuerpo ni psicológica» porque es ella quien tiene la primera y última palabra. «Nosotras tomamos la decisión de hacerlo y si no somos compatibles con alguien, le decimos que no, porque estás dando tu cuerpo completamente por todo un https://www.deia.eus/actualidad/sociedad/2022/05/21/gestar-hijo-mujer-violencia-acto/1221395.html